Dícen (la anécdota podría ser apócrifa y por lo tanto totalmenet verídica) que cuando Ezra Pound terminó de leer The Waste Land sintío un extrañamiento inaudito. Como ( es mi interpretación) si hubiera leído algo completamente nuevo. Algo así de poder
Artículos relacionados
Otros libros del autor
Vista previa: Y UNA SOSPECHA, COMO UN DEDO
Esta web utiliza cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios mediante el análisis de sus hábitos de navegación. Puede obtener más información aquí o cambiar la configuración.