TAMARIT VELIZ, LUIS
Prólogo
Memoria del rizoma
La casa de la poesía tiene muchas estancias, decía Hölderlin, y todas ellas permiten el continuo aparecer y desaparecer de nuevos huéspedes, haciendo que lo importante sea el tránsito como tal, el perpetuum mobile de cuerpos que se superponen y se sustituyen unos a otros, de forma tal que lo importante ya no es la huella individual de cada peregrino que las habita, sino la estela sin nombre de un transcurrir inacabable. El franco-uruguayo Lautréamont llamó a este proceso ininterrumpido «el hilo indestructible de la poesía impersonal». La lectura de esta segunda entrega del proyecto de Luis Tamarit me ha hecho recordar aquella palinodia que en cierto modo representaba la inacabada Poésies (ahora firmada como Isidore Ducasse) frente al malditismo de los Cantos de Maldoror: «La poesía no es la tempestad, tampoco el ciclón. Es un río majestuoso y fértil». En efecto, Metástasis II continúa, con idéntico rigor y parecida estructura, la primera entrega: 100 poemas, más el primero del que será el volumen tercero, todos ellos de cinco versos, dis¬tribuidos según variantes 2+2+1, 2+1+2, 3+1+1. En todos ellos, la estructura repetitiva, a la manera de un leit motiv musical, avanza en espiral, siguiendo la lógica etimológica del término que da título al conjunto. Metástasis, del griego Metástasis» transferencia o cambio de un lugar a otro, indica proliferación, derivación y, si dejamos de lado la connotación clínica de la palabra, no aplicable en este caso, lo que el libro propone es, de hecho, una reflexión sobre el alcance de la mirada poética fuera del ámbito privado de lo que suele entenderse como discurso lírico.
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Así, «Entre pronombres y verbos» se desarrolla, pero sin lágrimas, «la pasión por las pérdidas» y los poemas que integran Metástasis II acaban constituyendo una lúcida y dolorida reflexión sobre lo frágil de la condición humana y la fugacidad del tiempo (todo arte nace de saber que un día hemos de morir, había sentenciado el gran Valle Inclán en La lámpara maravillosa): «El antes se marchó sin decir adiós sin despedirse siquiera // El después anduvo desnudo frente al sol de la muerte».
(fragmento)
Jenaro Talens
Epílogo
Mientras leía Metástasis II, encontré imágenes y mecanismos de la imaginación que se repetían a lo largo de este volumen segundo del poema Metástasis (y que ya estaban, de una manera u otra, en el volumen anterior). No en vano, el poema con el que comienza esta entrega dice así: «En algún aquí en algún ahora todas las visiones son la misma visión todas las versiones la misma versión todas las ventanas el mismo camino // La distancia entre presencia y permanencia // Tensar la cuerda hasta romper los hilos». Visiones que muestran una verdad similar: se refieren a una pérdida, a un espacio que un día contuvo lo que ya no existe. Este espacio vacío está lleno de pérdidas. Entre presencia y ausencia, los poemas constantemente nos llevan al borde de la paradoja [«Todo lo que habla todo lo que calla todo lo que toma la forma nocturna del flujo marino todo lo que se hace visible en la transparencia del viento // Todo mira dentro de los espejos a deshora // Todo destello es un reflejo de los muertos»]. Intentaré esbozar la filosofía detrás del acto de multiplicar este espacio, este vacío lleno de sombras. Dice Tamarit: «Reve¬lación y ocultamiento relámpagos sucesivos espejos que ignoran 120 el interior de las cosas espejos que devoran por dentro al que los mira // Los cuerpos detenidos en la estación de las imágenes // Viene el viento a postrarnos de rodillas» y pienso en Rumi para mirar en la profundidad de estos espejos.
Rumi imagina la verdad como un espejo.
(fragmento)
Mohsen Emadi