DELGADO,SAMIR
Es ahora la criptonita de Zóbel encendiendo el acto de la poética de Delgado. Frente al devenir torpe de los días, Samir deviene poeta e intérprete, presentando los poemas pintados de Zóbel como una casa, un hogar donde se despliegan una sucesión de habitaciones iluminadas: el cielo azul, el paisaje que se abre tras la tormenta, las tierras arañadas al ser roturadas, los territorios soñados, jardines de la errancia, el agua y sus reflejos en la ebriedad del sol o el recuerdo de aquel día dichoso. «La eterna promesa de la luz», sentenciará el poeta, mas recordemos que las fuerzas elementales, la luz, el paisaje y las impresiones de Zóbel frente al existir, quedan ahora transformadas: son belleza, una belleza que impregna la vida, una belleza moral, por tanto, que ejemplifica los pasos de otrosnosotros. Delirio de un instante, cantos entre la persistencia y la fragilidad, elogio sin límite de la belleza.
Alfonso de la Torre