RODRIGUEZ PADRON, JORGE
Ahora, como nunca, la poesía. Precisamente porque en apariencia todo le es contrario. Pero ¿qué poesía? No, desde luego, la que se hace y se publica por hábito, ni de la que se ha hecho la que se dice. Poesía, la que resiste a su aprovechamiento
como instrumento; la que presupone y exige una entrega, total despojamiento, para afrontar la memoria. Esto digo siempre, mas
todos se empeñan en leer recuerdo, escena reproducida con carga de nostalgia y toques de melancolía: sentimentalidad que añade nada y sólo re pite aquello que ya se sabe, y es siempre lo mismo.
Suelo leer, aquí y allá: ya no hay dogmas que conduzcan a certezas, ni principios que lleven a una verdad incontestable. ¡a buenas horas y con sol!, que decimos en las Islas. ¿Se puede esperar otra cosa, cuando la modernidad ha consistido, precisamente, en la entronización de la incertidumbre?
Habrá que contar con ella, y no lamentarnos. también encuentro, en cada esquina del escribir: el desgaste del lenguaje, otro síntoma
de nuestro tiempo. ¡Pero si hemos sido nosotros mismos al abandonarnos a su rutina, sea en lo vulgar, sea en lo grave quienes hemos acabado con él! Cuanto más escribo, menos seguro estoy de que deba decir eso que digo o que pretendo decir:
en mi propia palabra oigo el lenguaje sobado de alrededor, que siempre puede más porque se halla en manos del poder, secuestrador de significados para su uso y disfrute; y, como nunca, ahora que la comunicación es poder desatentado.