MEDO, MAURIZIO
En su momento, escribí en mi blog Diario de lecturas: Medo se cuestiona -no se acepta, ni se canta, ni se pone estupendo al hablar de sí mismo- y lo hace a través de un cuestionamiento del discurso autocrítico. Enunciación y denuncia, presentadas al mismo tiempo. Como Calibán, se siente extraño no sólo ante la imagen del espejo, sino ante la lengua que brota de su garganta para acusar el extrañamiento. Sigo de acuerdo con eso, pero, a mi vez, incluiría una interferencia o una reelaboración: el espejo también puede ser textual, también la difracción puede detectarse ante los textos que conforman, como capas estratigráficas, la cordillera de la experiencia literario-vital. Por eso no estamos ante un libro en proceso de cambio, sino ante un proyecto de escritura canalizado simultáneamente a través de varios agujeros de gusano espacio-temporales, donde Maurizio Medo, Tren Europa, va escribiendo todas las posibilidades de todas las experiencias de sus numerosas vidas. No es un libro, es un pluriverso de universos alternativos.
VICENTE LUIS MORA