MARQUERIE BUENO, CARLOS
Fragmento
La noche cubrió de brumas la ribera del Guadarrama
y ardió con llamas negras en julio del 37.
Mi casa esta ahí, vivo rodeado de las mismas encinas
testigos inmóviles de los veintidós días de batalla en Brunete,
y sus treinta y cinco mil muertos.
Hoy busco sus retratos anónimos, fundidos
ya con el paisaje, sin ojos, ya disueltos en la tierra.
Son mi historia oculta.
Esta tierra que piso rezuma su desesperación y al recostarme en ella
puedo escuchar sus gritos mudos al pie de cada encina.
Páramo y silencio.
Y esos rostros fusionados a la tierra,
incrustados en el paisaje.
Su mirada sigue escurriéndose entre tierras y sombras,
ya sin ojos y con el hueco rellenándose
poco a poco, año tras año,
con la historia que no aparece en los libros.
Treinta y cinco mil rostros sin ojos.
Quisiera recuperar sus miradas
y conservarlas en el archivo imposible de la memoria de esta tierra.
Yo vivo aquí y aquí está mi casa (este es mi paisaje).
Perdido observo
entre los restos de metralla cómo renace el miedo
y la lluvia seca taladra nuestros cráneos.
Camino y los frentes de batalla surgen a pie de bota,
pólvora y el barbecho arde de nuevo.
Treinta y cinco mil.
La tierra me absorbe como embebió su sangre
y me precipita sin remedio hacia la sombra,
para en silencio compartir el paisaje con ellos.
© Carlos Marquerie