PRIETO, ANTONIO
Repetir, como se hacía en la vieja universidad salmantina, era entender la clase como una explanación sobre un texto escogido y en su vitalidad escribió Lucena su Repetición de amores. Repetir es siempre habitar con la palabra un tiempo ido que se salva del olvido.
El receptor extraordinario de Teresa de Jesús y de Juan de la Cruz (al que puede hablársele en cualquier modo de lengua, porque todas las entiende) recibe y sabe igualmente el mensaje, pero el receptor humano siente muy distintos el modo, la lengua de comunicación.
Dentro de esta singularización, luz y oscuridad, como antónimos, explican bastante la utilización simbólica en la lengua de Santa Teresa y de San Juan, su dependencia, respectiva, de la Bondad y de la Hermosura, y los distintos receptores a quienes se dirige el mensaje, con cuanto el receptor condiciona. Luz y oscuridad son dos espléndidos ejemplos de polisémica significación, del mundo e intimidad que en una palabra cabe.
Antonio Prieto