VICTORIA, ELISA
De tu soledad siempre esperaste una especie de narrador que al final solo podía venir de ti misma, así que supongo que para esto has estado entrenando. Me acuerdo de todo. Siempre te he querido, siempre he estado de tu parte. Incluso cuando decías mentiras, incluso cuando tropezabas, cuando bailabas sin gracia. Nadie podrá quitarte eso mientras vivas. Es una gran ventaja. No me maldigas y alégrate de que tu dolencia contenga su propio remedio