CAMPOS SAGASETA, KOLDO
Todos probablemente llevamos en nuestro interior un destripador.
Y todos alguna vez hemos deseado desatarle las manos para que el imbécil que nos toca la bocina estando el semáforo en rojo, o el cretino que irrespeta la fila, o el necio que que hace rugir los cabalos de su moto junto al bebé dormido, lleve su merecido. Naturalmente tal satisfacción no por deseada debe ser posible. Y los tantos animales urbanos son absueltos de la pena de destripamiento a la que con gusto los codenaríamos. Claro que, nos queda el papel para cobrar venganza. Por ello es que Jack el destripador escribió este diario que, antes de que usted termine de leeerlo, me consta también lo va a hacer suyo. (Koldo Campos)