Si uno está enamorado de Rebeca B., tal vez la única oportunidad que tiene de besarla es que la inercia del mar traiga su cuerpo desmayado hasta la arena de una playa en cuyo horizonte se ven las siluetas de los barcos petroleros más allá de la neblina.
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Vista previa: EL HOMBRE QUE DECÍA HABER SALVADO A REBECA B.
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