FERNANDEZ SILVA, IRIA
No cruzar el
charco es igual que sumergirse
en las tinieblas. Igual que pernoctar
bajo un cielo de oton~o entre las manos.
Guarecido solo por la sombra.
Oculta tristura.
Las barbas se van peinando a solas.
Descansan sobre un colcho´n que
no tiene do´nde colocarse.
Como gotas los peces saltan de la pecera.
Rela´mpagos que bailan por la cocina
hasta el salo´n, la plaza. Alli´ se
esconden bajo tierra.
Tranquilo, No vas a cruzar el mar.
La puerta esta´ cerrada. Los enemigos
que tu´ crei´as
esta´n agazapados por debajo de las
li´neas fronterizas.
Un hielo roto atraviesa la
alambrada. Una simiente de esparto
se olvida de mirar las flores.
Un refugio de lumbre.
Mitad llenos de ardor
mitad brasa.
Y vuestros nin~os,
los mismos que recorrieron
esos patios empedrados
esos charcos de porcelana
acabara´n de aceitar en la barriga.
Buscara´n la mermelada en el fondo
del vaso. Reclutara´n algu´n chisme
que llevarse a la boca.
Despue´s vendra´n
la brisa el mareo
el tedio la locura.
La bru´jula son~ando para todos
el monte,
apenas amanecido,
en dura escalada hasta tus piernas.