ROCA VIDAL, JOSÉ MANUEL
En España, el año 1968 fue modesto en sucesos de relieve internacional, sin decir que a escala doméstica
nada importante ocurrió, pues fue uno de los años centrales de la etapa del milagro económico
y la llamada apertura, que puso a prueba la capacidad del Régimen de Franco para realizar una
cauta, selectiva y contradictoria reforma política y liberalización cultural.
Como Grecia y Portugal, otras dos dictaduras occidentales del sur de Europa, España era periférica
y subalterna respecto a los países más avanzados, donde aparecieron con más intensidad las célebres
protestas. Encerrada en la burbuja franquista, permaneció al margen de los grandes asuntos y de las
tensiones de aquel año.
Lo sucedido en España quedó oscurecido por los sesentayochos con nombre y fama, sepultado,
sobre todo, por el peso del cercano mayo francés, y recordado después por unos cuantos tópicos periodísticos, en un año que fue importante para nuestra historia reciente. Pero debiendo admitir un aspecto relevante de su singularidad: que en España había una dictadura de verdad, no una metafórica
dictadura, propia del discurso de quienes protestaban. Y esta era una diferencia sustancial respecto
a otros sesentayochos. En eso y en otras cosas, España era diferente.