OLVEIRA PAZ, MANUEL
La novela TODO EL TIEMPO DEL MUNDO entronca con el modelo de Bildungsroman o novela de formación que apareció con Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister de Goethe. Narra la educación emocional del protagonista a través de su relación con otros hombres que dan título a los distintos capítulo. Desde el principio del relato el protagonista promete contar su historia, pero acaba deambulando por el tiempo contado la de otros en un relato que nunca empieza y, quizá, nunca acaba.
En medio de ese avance por la historia, que se repite en un tiempo cíclico y mítico que resume todos los tiempos históricos, emerge el desconocido protagonista frente a una vida peligrosa e incierta. A esa precaria e imprevisible vida se arroja el protagonista para cumplir con su destino.
Si el protagonista es un error, una aberración o un mutante; si la narración o el cuento que se nos va a contar es una promesa insatisfecha que nunca se cumple ni se culmina; si la vida que vivimos es una existencia vicaria que ni elegimos ni nos pertenece; entonces Todo el tiempo del mundo es la historia de una pérdida (la de la plenitud moderna) y de un naufragio (el del sistema tal y como últimamente lo habíamos conocido). Es ciertamente la historia de los fracasados y los inadaptados de nuestro tiempo. Pero es también, parafraseando a Benjamin, la historia de un empoderamiento: el de los harapos y los desechos que alcanzan su derecho a existir y a ser empleados para hablar de la existencia imprevisible que, a la postre, es la verdadera existencia.