MARTINEZ FERNANDEZ, ANGELA
Nueve años escuchando «edita tus poemas», pero Ángela no lo necesitaba. Los había memorizado y los recitaba o gritaba, a partes iguales, para recordar lo que nadie enseña, ni te pagará por saber. Como profesora universitaria salida de barrio obrero, Martínez Fernández practica las escrituras que garantizan una nómina y, también, las que ocasionan una tormenta, y así la luz del rayo.
Aquí acogemos casi toda su poesía, la única forma de modular el lenguaje que le pertenece. Poesía como eso «que creamos directamente y gracias a la cual sabemos qué nos ha creado». Poemas de la «conclusión» que nos colocan en la obligación de pensar, en serio, de verdad, qué hacer ahora.
«Hay un huracán en el centro del salón. Vomito sobre la mesa y saco mis demonios ante la mirada atenta del perro. Tengo veneno en las comisuras, anoche no debí decírtelo, pero la oscuridad nos vuelve mansos y una caricia tiene potencial revolucionario cuando sabes cómo tocar a otra persona. Están robándole años de vida a mi madre las pastillas que le dieron en la seguridad social. 'Destroy the system, they can detect your feminism'. Si no estuviéramos tan enfermos de competencia, podríamos usar la literatura como un repositorio de voces diferentes donde la mujer ecuatoriana que cuida de tu abuelo tuviese derecho a un discurso público.»