MONTESINOS BLANCO, ARMANDO
Zeus tiene un sueño priápico. La excitación de su deseo genera inasibles sombras y vapores que fosforecen informes en la oscuridad dormida, hasta que ese anhelo viene a ahormarse, en los sinuosos vericuetos del sueño, con la misma estructura, bípeda y erecta, de la figura moldeada en barro a la que, transfigurada en carne al
insuflarle su aliento, llamó, reverso de nadie, Eidán.
Con estas líneas comienza este breve texto mito(bíblico)lógico que obligará al lector, una vez concluida la lectura de sus notas, a comenzar de nuevo para tratar de descifrar al fin, en un intento abocado felizmente al fracaso, lo que las palabras esconden.