RUSSO, ANNA
El Juego del Tangram es un libro que reúno desde hace tiempo. Podría decir que se ha estado escribiendo en mí desde todo tiempo que recuerde. La infancia da su tono confidencial, y este se allega a una edad que dista largamente de ella. Años receptores, todo lo recibido queda como una escritura familiar sobre el cuerpo y sobre la memoria, esperando ser recreada. Su fuego vuelve ahora como una sudestada cuando lo intuido golpea y se ratifican estados de incertidumbres: infancia, lugar de los dilemas. He sustentado este trayecto sosteniendo dos polos opuestos y complementarios: el silencio y la palabra, ambos se imbrican y es un trabajo costoso hallar el lugar de ambos discursos. En mi caso personal, ese lugar lo encuentro en dos seres que me antecedieron y compartieron conmigo aquellos años: la hablante y la silente. Ambas, mis abuelas, construyeron este libro desconociendo que lo hacían solo con sus dejos tan disímiles uno de otro. (A. R.).